Montelimar, 23 de marzo del 2013
“Verum sine mendacio, certum et verissimum:
quod est inferius es sicut quod est superius,
et quod es superius es sicut quod est inferius,
ad perpetranda miracula rei unius.
Et sicut omnes res fuerint ab uno
mediatione unius,
sic omnes res natae fuerunt ab hac una re, adaptatione.
Pater eius est sol, mater eius luna;
portavir illud ventus in ventre suo;
untrix eius terra est.
Pater omnis telesmi totius mundi est hic.
Vis eius integra est,
si versa fuerit in terram.
Separabis terram ab igne,
subtile a spisso,
suaviter,
cum magno ingenio.
Ascendit a terra in coelum,
iterumque descendit in terram.
Et recipit vim superiorum et inferiorum.
Si habebis gloriam totius mundi.
Ideo fugit a te omnia obscuritas.
His est totius fortitudinis fortitudo fortis.
Quia vincet omnem rem subtilem
omnem solidam penetrabit.
Sic mundus creatus est.
Hinc erunt adaptationes mirabiles, quarum modum est hic.
Itaque vocatus sum Hermes Trismegistus,
habens tres partes philosophiae totius mundi.
Completum est quod dixi de operatione solis.”
(http://www.arcangelrafael.com.ar/tabla2.html)
En una concatenación de hechos y pensamientos, (a raíz de un comentario <1>, en las redes sociales, que le escribí a algunos de mis estudiantes, Anthony Mora, Roberth Cruz, Carlos Eduarte y otros del Taller 9 de la Licenciatura en Arquitectura de la Universidad Latina, Sede de Heredia), empezó a emerger,… a fluir (sin afán de “influir”,) espontáneamente un “residente” planteamiento que, en el decurso de varias décadas ha hecho que alterne, mezcle, busque, alimente, desarrolle, a ratos conciente y otros no, dos áreas, en las que he tenido el privilegio de “Ser” y “Vivir”: la Arquitectura y la Astrología…
Ambas han sido los ejes transversales y longitudinales de mi ya, extenso transitar en este plano. En ambas me “inicié” a principios de los años setentas y ambas, con un componente “esotérico” que, siempre desafió, mi deformado pensamiento “científico,” (por provenir del área de la química, gracias a mi bachillerato y a extraordinarios maestros, con los que la conocí, desde mi juventud, allá en el Liceo José Martí de Puntarenas)
Sin duda, esa etapa habría de marcarme, por las prolongadas observaciones de estrellas y horizontes, de horas interminables de dibujos y pinturas frente al mar y de ricas dialécticas que nutrían mi mente inquieta y ávida en su disperso divagar… dibujo, acuarela, poesía, música, mística, literatura, escritura, matemática, fotografía, televisión, radio, etc… (cómo hemos intentado reflejar en este espacio virtual) que en forma alterna, me han acompañado y sirven de sustento para hacer cuánto soy y que, omitiendo infinitos detalles, en un oximorónico salto cuántico, nos permitió alcanzar uno de los hitos más relevantes cuándo, al frente del Colegio de Arquitectos de Costa Rica, publicáramos en la edición #60 de su Revista Habitar, con la que, introdujimos un cambio “paradigmático” en la misma, al incluir en su contenido una breve reseña sobre el tema: “Nuestras Casas, vistas desde otra Luz” <2> en la sección “Percepciones Alternativas” y el artículo “Astrología y Arquitectura” <3> del arquitecto colombiano, David González y que nos facilitara nuestra entrañable amiga argentina, Silvia Ceres, directora de la publicación digital GeA (Gente de Astrología).
En esa edición, sin quererlo, también fuimos precursores, al quedar incluido en su portada, el logo del Colegio, con los colores que actualmente tiene:
PORTADA DE LA EDICIÓN 60 DE LA REVISTA HABITAR, COLEGIO DE ARQUITECTOS DE COSTA RICA, ABRIL 2008
FACCÍMIL DE LAS PRIMERAS PÁGINAS DE LOS ARTÍCULOS
Antes de transcribir estos artículos, me resulta imperativo, hacer referencia a un hecho que, suele ser omitido en las escuelas de Arquitectura, en todo el mundo:
“En estos centros académicos, como parte de sus programas es un requisito estudiar la Historia de la Arquitectura y por razones que pueden ir, desde el énfasis de dichos programas, hasta el hecho de que pocos profesionales, se han especializado en el área, en ninguno se menciona la Astrología, aún cuando el mismo Marco Vitruvio Polión, la estableciera en su famosa obra: “los 10 libros de la Arquitectura o De Arquitectura” como uno de los conocimientos esenciales para su práctica.
PORTADA DE “LOS DIEZ LIBROS DE LA ARQUITECTURA” DE VITRUVIO
A él, también se le suele mencionar por el famosísimo “Hombre de Vitruvio” dibujado por Leonardo da Vinci:
HOMBRE DE VITRUVIO, Dibujo de Leonardo da Vinci
Pero, volviendo a nuestro tema, Vitruvio proponía una estructura conceptual en la que la Arquitectura debía estar constituida por tres grandes categorías (Libro primero, capítulo tercero):
- “AEDIFICATIO“ (Edificación) en la que incluye todo tipo de obras, pero que en síntesis, debe estar compuesta por:
- “FIRMITAS“ (FIRMEZA ESTRUCTURAL), con éste resulta absurdo el criterio de Arquitectura Sostenible, porque por definición debe sostenerse, si no, no existe, como lo expusimos taxativamente en este mismo blog: “Sostenibilidad o Sustentabilidad“…
- “UTILITAS“ (FUNCIÓN UTILITARIA) Y,
- “VENUSTAS“ (BELLEZA FORMAL) y que debían corresponder a un,
- “ÓRDEN ARQUITECTÓNICO“, de acuerdo no sólo a los cánones de cada época, mantener una adecuada
- “PROPORCIÓN” armónica y realizarse dentro de parámetros
- “ECONÓMICOS“ (del griego «οίκος» oikos=”hogar” y νέμω, nemo, “administrar”) preestablecidos, lo que, sorprendentemente, también incluye al ambiente, en el que la obra se emplace y al cosmos, que la envuelve, como veremos.
“La mecánica que Vitruvio describe como parte de la Arquitectura es la mecánica del mundo antiguo. Con una consideración muy diferente a la actual y que, con la ayuda de la “Gnomónica” permite añadir valor a la simple construcción (edificación) y transformarla en Arquitectura”
- “GNOMÓNICE” (del griego “gnomos” -búsqueda, indagación) el conocimiento sobre el universo, los planetas, las constelaciones, la Astrología, y su interpretación por el hombre. Los relojes y analemas y su interpretación práctica de los conceptos generales de esta ciencia antigua, son expuestos en el libro IX . Sorprende que hoy, la mayoría de los arquitectos no le presten atención:
“A partir de la Astrología el arquitecto conoce los puntos cardinales: oriente, occidente, mediodía y septentrión; y también la estructura del cielo, de los equinoccios, de los solsticios y de los movimientos orbitales de los astros. Si se ignora la Astrología, es absolutamente imposible que conozca la disposición y estructura de los relojes.” (Vitruvio, De Arquitectura, Libro I)
A continuación, me voy a permitir transcribo tanto el comentario como el contenido de los dos artículos, mencionados al principio:
1. “Lo que nos pasa, por ejemplo, en el futbol y en otros deportes de nuestro país, es similar en todos los planos, “no vemos más allá de la nariz” y sin “planificación, sólo podremos esperar ocurrencias”…. porque en este país, “no hay nada más permanente que, lo provisional”… esa es la actitud contra la que tenemos que luchar… exterminar… por eso, el espíritu en el que les he insistido es siempre “ver más allá”… no quedarse, ni contentarse, (no enamorarnos de los diseños qué sólo serán parte de un proceso, más nunca la meta final) Debemos ser siempre ambiciosos e insaciables en la búsqueda del conocimiento… (que nadie les pueda decir nada, frente a los argumentos compositivos de sus propuestas) y qué muy pronto puedan ver ésto, cómo una filosofía personal ante la vida… ¡Qué ahí estén cimentados su orgullo y la firmeza de sus valores éticos)….
Lo que planteaba “Chars” está muy bien, en cuanto a la intensidad con que debemos vivir, siempre y cuando esté enmarcado en un “plan de vuelo” que nos permita saber adónde queremos llegar… eso lo establece el “Carpe Diem” (“locución latina que literalmente significa ‘toma el día’, que quiere decir ‘aprovecha el momento’, en el sentido de no malgastarlo”) que corresponde también al Himno de las Universidades desde la edad media, la “Canción de los Estudiantes” mejor conocida como el “Gaudemus Igitur” (“¡Alegrémonos ahora que somos jóvenes“) Éste pensamiento está profundamente ligado, a la alusión a la epopeya griega de Ulises en la Odisea, que el Premio Nobel de la Literatura, C.P. Cavafis planteara en su épico poema “Itaca”:
“Cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca.Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.”C. P. Cavafis. Antología poética. Alianza Editorial, Madrid 1999.
“Ulises, atado al mástil, escucha el canto de las sirenas (Cerámica griega)”
…A lo largo de la vida, oiremos “muchos cantos de sirena” que intentarán confundirnos… pero ahí estará nuestra firme voluntad presente para alcanzar la meta…. Sería bueno que investigaran sobre los “Diez Libros de la Arquitectura” de Vitruvio (siglo 1-2 antes de nuestra era)… y ¡sigue absolutamente vigente!…
Cuando lo investiguen, encontrarán porqué le doy tanta importancia a la Astrología… para Vitruvio, la “Gnomótica”
¡Qué este viaje nos enriquezca a todos!” “el futuro es de ustedes y lo deben construir desde ahora”…
¡Buen viaje a “Itaca”——————————————————-
2. “Nuestras casas,
vistas desde otra Luz”
Arq. Abel Salazar
“1:3 Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz.
1:4 Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
1:5 y llamó Dios a la luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”. Y atardeció y amaneció: día primero”…
“…1:14 Dijo Dios: “Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años;
1:15 y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue.
1:16 Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas;
1:17 y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra,
1:18 y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien.
1:19 Y atardeció y amaneció: día cuarto.
Libro del Génesis (Cap. 1, 3-19)
Hace algún tiempo, di con asombro con una frase de John Arches, en el prólogo del libro La Casa Natural:
“las casas son el recubrimiento exterior de nuestro ser interior”1.
Esta frase resume, de manera extraordinaria, el punto de unión entre la Arquitectura y la esencia de una realidad cotidiana, omnipresente en todas nuestras vidas que, podría resumirse como parte de ese conocimiento ancestral conocido como Astrología. Este punto es fundamental porque es, en esa realidad, percibámoslo o no, donde nos reflejamos permanentemente, con todo cuanto somos y al mismo tiempo, desde donde somos influenciados por la condición propia del espacio en que habitamos. Recordemos como lo expresó Winston Churchill con su célebre frase:
“modelamos nuestros edificios, de manera que ellos nos modelan a nosotros.”
Hubiéramos podido partir, para tratar de mostrar una de las posibles relaciones entre nuestro ejercicio como Arquitectos y la Astrología, haciendo referencia a una técnica geomántica china (geo = tierra y mancia = interpretación) conocida como Feng-Shui (suena algo así como “Foungsuá”), que en los últimos tiempos se ha puesto de moda en Occidente. El Feng-Shui es más que una técnica, un modo de vida. Es una especie de astro-ecología, expresada como una extraordinaria síntesis para alcanzar la armonía entre el cielo y la tierra. La única salvedad que encontramos, en su aplicación occidentalizada, es que originalmente, fue desarrollada exclusivamente para usos sagrados y aquí se han popularizado en la forma de imposibles aplicaciones de carácter comercial. Por esta razón, en nuestros países, éstas se suelen traducir como una enorme cantidad de incoherencias, derivadas de un uso carente de sus verdaderas bases y conocimientos. En este caso, como en otros, se recomienda mucha cautela. (Conozco “expertos” que se instituyen como tales después de haber leído sólo un manual básico o de haber asistido a un seminario elemental al respecto, recuerden que “en el país de los ciegos, el tuerto es rey.”) Nuestra realidad es radicalmente distinta a la china y sus logros no pueden importarse indiscriminadamente, so pena de dilapidar los recursos disponibles y de no contribuir significativamente a elevar la calidad de vida de los habitantes de esos proyectos arquitectónicos.Lo que sí es rescatable del Feng-Shui es que establece que, la energía universal “Chi”, que está compuesta por el “ying” (principio femenino) y el “yang” (principio masculino), es dinámica y sorprendentemente, sus variaciones coinciden con los mismos periodos de cambio (de dos horas) de los signos astrológicos y los del prana de los hindúes.En el Feng-Shui, la meta es encontrar y mantener la armonía entre los dos principios de todo cuanto somos y de todo cuanto nos rodea, y eso debería convertirse en nuestra guía permanente. Pero, alcanzar esa meta no está condicionado al uso de esa técnica milenaria. Para la mayoría de nosotros, la vía más conocida es la religión que cada uno practique. Volvamos, por lo tanto, a nuestro cometido inicial.Probablemente lo más extraordinario del postulado de Arches es que nos abre la posibilidad de relacionar la Astrología (como un cuerpo de conocimientos en el que se pueden establecer, con una gran precisión, nuestras condiciones particulares y sus tendencias) y la Arquitectura (que es, en la práctica, la respuesta exterior a nuestras propias necesidades). La estrategia que hemos desarrollado se basa en el uso de las herramientas básicas de la Astrología occidental, para establecer una relación entre las mismas y la estructura de nuestras casas. Esto es algo que es accesible a todos nosotros.
La forma más sencilla suele partir de un inventario de correspondencias extraídas del análisis del mapa astrológico de cada uno de los miembros de la familia. Con esa información se puede establecer un esquema de gustos, deseos y tendencias que, en la forma de una maraña de interrelaciones, pueden reflejarse, como una síntesis, en la planificación de esa casa de habitación en particular. Es evidente que ésta es la base de un modelo experimental de diseño habitacional, completamente heterodoxo y por lo tanto, no es ni único ni absoluto. Cada profesional cuenta con un arsenal de herramientas adecuadas para ofrecer una respuesta óptima a las necesidades de sus clientes en este campo; no obstante, es imperativo que todos los componentes involucrados reflejen, armónicamente su integración con el Todo, con el Universo. Y aunque nos suene conocido, entonces, nuestra meta debería ser: que nuestras casas reflejen coherentemente lo que somos, más allá de las obviedades de nuestra incipiente Arquitectura nacional. Sirva esta exposición, como un breve prefacio al siguiente artículo: Astrología y Arquitectura del Arq. David González. No hace falta ninguna presentación; sin embargo, no puedo menos que proponérselos por la excepcional análisis que nos hace nuestro colega. Baste decir que su ponencia recibió el primer premio en el primer Congreso Nacional de Astrología realizado en Bogotá, Colombia.
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3.
ASTROLOGIA Y ARQUITECTURA: La mirada dirigida hacia el cosmos
Por David M. González B. (*)
LA ARQUITECTURA COMO ANALOGÍA DEL COSMOS
Todo arte refleja una cosmogonía, y en toda arquitectura se hace evidente la analogía entre la gran morada que rodea al hombre y la pequeña en la cual habita.
Así pues, si la arquitectura es la principal de las construcciones (gr. arkhitekton: arkhein y tekton), tiene sentido pensar que bajo la noción de proyecto –la cual contempla la visión total del edificio antes de su construcción, el orden de la cultura edilicia se hace evidente como entendimiento de su entorno. Allí es donde la sabiduría tradicional de los pueblos, generalmente cifrada en símbolos, juegos y leyendas, revela las causas primeras de aquellas respuestas formales tectónicas.
Ante nosotros, se hacen presentes construcciones levantadas hace siglos que evocan rituales donde todos los elementos, desde el templo hasta la ceremonia, integraban la comprensión de la compleja armonía cósmica, y daban cuenta de la génesis del pueblo, su sentido y fin, el motivo de su ser y el modo de obrar coherentemente frente a tales pautas reguladoras. La arquitectura no ha sido indiferente ante tales expresiones y requerimientos; así, ha ido labrando en sí misma, de forma tangible y haciendo caso omiso al tiempo, aquellos principios que permiten su representación, convirtiéndose incluso en imperecedera fuente didáctica de difusión popular, la que aún nos trae ecos de remotas lecciones.
La observación del cielo y su interpretación encuentran en la piedra un nuevo lienzo donde plasmar su lúdica; incluso llegan a dominarla rigiendo su disposición y su forma para imprimirle la geometría de la razón, transformando su “desprevenida” apariencia primeriza en testigo del acto creativo humano y su entendimiento. En menhires, pirámides, catedrales o ciudades, más allá de la simple evidencia de su asombrosa existencia, es la voluntad del hombre, dominada por su interna organización del cosmos, la verdadera protagonista.
UN ELEMENTO DE ORIENTACION
Mircea Eliade afirma respecto del hombre arcaico que “los objetos del mundo exterior, tanto, por lo demás, como los actos humanos propiamente dichos, no tienen valor intrínseco autónomo. Un objeto o una acción adquieren un valor y, de esta forma, llegan a ser reales, porque participan, de una manera u otra, en una realidad que los transciende.” [1]. Así, los objetos, o las construcciones son investidas por significados que reflejan inquietudes cosmogónicas culturales, inmediatamente referidas a hitos de ubicación en la tradición, siempre relacionados con su concreción espacial. El hombre ha intentado desde siempre encontrar objetos cercanos que lo remitan a conceptos cosmológicos para su ubicación, ordenando así el caos que descubre como estado inicial.
Son numerosos los pueblos que hallan en su cotidianidad un paralelo con aquel arquetipo territorial mítico de su tradición, y es allí donde suelen ubicar su Axis Mundi, punto referencial indispensable que, lógicamente al estar estrechamente relacionado con su entorno, se vincula directamente con el cosmos y con su manifestación inmediata: los astros.
Un lugar para la observación
La sola localización de una construcción indica reflexión sobre el lugar elegido en relación con el medio que la rodea. La orientación del portal de una pequeña capilla medieval o el complejo cálculo para la implantación geográfica de la pirámide de Keops [2] son matices del mismo principio astrológico: la observación del firmamento y su registro.
Relacionar día y noche con los principios masculino y femenino, los puntos cardinales con los cuatro elementos, o líneas imaginarias en el cielo con seres mitológicos son operaciones que encierran un valor significativo; pero hacer que tales conexiones rijan el proyecto de una construcción y su decoración implica ya un conocimiento particular del tema y una fe especial en dicho orden. Y si encontramos coincidencias en culturas distanciadas geográfica y temporalmente es aún más sospechoso el conocimiento de tales patrones reguladores.
Desde siempre, lugares como Stonehenge, Machu Picchu, Chavin de Huantar y muchos más han asombrado al hombre por la evidencia de la observación, comprensión y uso de los ritmos celestes. Herederos de tales inquietudes han ido más allá, afinando el sistema de registro e igualmente haciendo propuestas donde la arquitectura ha encontrado siempre su papel como ordenadora cósmica y como mediadora entre el modelo de universo y los productos formales de éste. Egipcios, sumerios, hebreos, griegos y árabes, cada uno en su momento, fueron aportando a la historia progresiva de la astrología occidental precisión en el sistema, mientras culturas como la americana o la oriental hacían lo suyo, aunque coincidiendo todas en lo fundamental, siempre reflejado en sus monumentos y edificios.
La ciencia de los astros como paradigma se conservó en cuanto a su intención, aunque permitía flexibilidad en la expresión de sus contenidos, Así fácilmente encontró en el mundo cristiano modos de manifestación, floreciendo al interior de su mitología y contagiando a sus militantes más inquietos.
El templo como centro
Como residencia divina el templo es el centro del universo y a partir de allí lo ordena según los puntos cardinales. El edificio tiene la propiedad de reunir y anclar los elementos del cosmos que permanecen en constante actividad; es su estado de equilibrio atemporal. Así, sus residentes y visitantes deben estar en igual disposición de alma para ser a su vez dignas moradas del Dios.
El templo sagrado, en casi todas sus manifestaciones, tiene como tema formal fundamental la vinculación del cielo con la tierra; su representación es la transformación del círculo en cuadrado, o de la esfera en cubo. Es la relación entre la unidad y su manifestación, entre lo inabarcable y lo mensurable, lo activo y lo pasivo. En esta presencia consciente del hombre en su entorno encontramos otra dimensión de la analogía propuesta en cuanto a su morada externa e interna y su arquitectura: el templo revelará la visión cosmológica de la cual son producto él y la divinidad que allí reside; empleará aquellos hitos referenciales que remitan a su cosmogonía; y recordará al observador su papel dentro del orden manifestado. Allí la proyección del sentir del hombre en los astros encontrará feliz alianza con la construcción, siempre bajo la aprobación de textos que fundamentan la doctrina rectora.
El templo como icono y los iconos del templo
En la doctrina cristiana vemos cómo Dios, por medio de Salomón, hizo su casa, indicándole forma y proporciones a través de la geometría misma. Esto constituyó la base ideal para la erección de templos desde el medioevo. La iglesia física como representación de la Jerusalén celestial viene a ser un símbolo icónico, desde las lecturas bíblicas hasta las interpretaciones populares, que se remontan a las gestas templarias como portadoras de dicha tipología. La Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla, por ejemplo, repitió en el momento de su construcción las proporciones que el modelo salomónico del libro de Reyes indicaba para la morada del Señor: 6:2:3. (La reconstrucción de la cúpula por su derrumbamiento en el siglo VI desvirtuó tales medidas).
Probablemente el prototipo más copiado haya sido el de planta poligonal centralizada, evocando al Santo Sepulcro de Jerusalén, o quizá el producto de la visión de La Cúpula de la Roca, en el mismo lugar; lo interesante es el simbolismo que reviste la forma edilicia de la iglesia. Este modelo es contundentemente claro en la Iglesia de Tomar, construida en Portugal entre los siglos XII y XVI, en la de la Vera Cruz, en Segovia, España y algo menos en otras iglesia europeas[3].
Numerosas representaciones medievales de la ciudad amurallada de Jerusalén muestran también la forma circular, ahora aplicada al urbanismo, la cual se repitió hasta la saciedad en modelos que vieron su expresión más racionalista en las propuestas renacentistas.
En cuanto a los símbolos que se han usado en los templos, la iglesia cristiana no sólo ha encontrado enormes similitudes con la tradición hermética sino que la ha asimilado de forma asombrosa. Numerosas catedrales levantadas en los albores del milenio que vemos morir fueron crisoles donde esta simbiosis tuvo lugar. Por mencionar sólo un ejemplo, baste con pormenorizar la riqueza icónica de la Catedral de Chartres: la talla del Pórtico de La Virgen se refiere a correspondencias entre el zodiaco y los trabajos manuales, lo mismo que las figuras en sus rosetones, o el dibujo del laberinto en su interior. El conocido trabajo de Fulcanelli ha iniciado numerosas investigaciones al respecto, que hoy se deslizan por el campo de la semiótica del arte, más allá del popular hermetismo [4].
Los trazados para la construcción del templo hindú se remontan a la tradición del Vastu-Púrusha-mandala, basados principalmente en la orientación, hoy entrevelada bajo ciertas tradiciones populares [5]. Entre estos gráficos y el del Rasi, empleado para la graficación de la carta astrológica, hay enorme similitud.
El Vastu-Púrusha-mandala es un diagrama cosmológico; “…fija y coordina los ciclos del sol y la luna, ciclos fundamentales cuyos ritmos divergentes describen el tema infinitamente variado del devenir.” [6]. Estos movimientos, representados bajo el mandala de 64 cuadrados, encuentran otros modos de cristalización en el símbolo de la ciudad sagrada o en el tablero de ajedrez.
Tampoco es gratuita la reiteración sobre el tema del infinito en su decoración, que trata de disolver la individualidad, rememorando el inagotable sueño de Maya.
En el arte musulmán la noción del orden regulador es tema protagónico. En su necesidad de expresar la idea de unidad llegan a la abstracción evitando la figuratividad, más si de representar a la divinidad o al Profeta se trata. Así pues, esta visión cosmológica lógicamente remite a la reflexión del pueblo frente al firmamento, lo cual redunda en sus adelantos astronómicos y astrológicos de los cuales aún nos beneficiamos.
En el Extremo Oriente también se puede apreciar la coincidencia entre el tema regulador cósmico y la arquitectura. Así como la pintura de paisaje tiene en “la montaña y el agua” su tema fundamental, la arquitectura “del viento y del agua” (Feng–Shui) es base para el diseño de sus construcciones, tanto en sus elementos como en su orientación.
Las correspondencias entre trigramas pertenecientes al I Ching y puntos de la rosa de los vientos (expresado en los Pakua de Fu Shi y del Rey Wen) nos recuerdan una vez más la simultánea importancia que dan las culturas a la localización de sus edificios. Además de esta función recordemos que existen una serie de correspondencias entre lugares, astros, colores, temperamentos, etc. en la cosmología china de forma similar a la occidental.
Por último, y sin agotar el tema, las ruinas que hoy podemos visitar de las culturas americanas no sólo dan prueba de la magnificencia de los pueblos en cuanto a dominio constructivo; son también documentos vivos donde la observación celeste se hace presente. El descenso de la serpiente en las pirámides mexicanas gracias a la posición del sol en los equinoccios, o las proporciones y orientación de ciudades peruanas, así como la relación entre ellas, se suma a la lista de testimonios dejado por culturas que desde siempre han comprendido la estrecha relación entre las indicaciones de los astros y el transcurrir de la vida en la tierra.
LA ASTROLOGIA COMO HERRAMIENTA DE DISEÑO
El simbolismo de los constructores
Hasta nuestros días llega la obra de Vitruvio Los diez libros de arquitectura [7], escrita durante el siglo anterior al nacimiento de Cristo, siendo probablemente uno de los primeros tratados que formalmente se dedicaba a las artes liberales. Al revisar los capítulos que componen el texto nos encontramos no sólo con instrucciones precisas útiles para el constructor, sino además con conocimientos que el autor consideraba debería tener el arquitecto: el dibujo, la geometría, la óptica, la música, la medicina, la química, e incluso la astronomía aparecen en diversas maneras dentro del escrito, siendo este último tema protagonista de uno de los libros.
Vitruvio pretendió ilustrar por medio de un tratado de gnómica la observación de las constelaciones y planetas, a la vez que daba indicaciones sobre la construcción de relojes solares y de agua. Sus anotaciones, aunque bajo una lectura desprevenida parezcan quizá proto-astronómicas y con el fin último de la medición horaria, trabajan conceptos más profundos, obviamente relacionados con las medidas y proporciones indicadas en los demás capítulos. Baste con las numerosas alusiones a los autores griegos o el hecho de emparentar el concepto gnomónico con las observaciones celestes del momento para comprender la magnitud de lo velado tras las indicaciones “meramente” técnicas del romano.
Esta misma conciencia del conocer las fuerzas de la naturaleza que rigen la obra del hombre se ve en muchos más constructores, de algunos de los cuales ya hemos dado cuenta. Quizás un ejemplo que me sirve para contrastar con la obra de Vitruvio por su datación, sus circunstancias y resultado es el Monasterio de El Escorial, en España.
En esta obra de Juan de Herrera se encuentran cifrados conceptos no sólo astrológicos sino también filosóficos, alquímicos y mágicos de su tiempo. Basta con una ojeada a los títulos que poseían las bibliotecas de Felipe II, monarca que encargó la construcción del edificio, y de su arquitecto para que salten a relucir los nombres de Hermes Trismegisto, Zoroastro, Pitágoras, Marco Manilio, Alquindi, Abu Masar, Alcabatio, Abraham Hebreo, Juan Hispalense, Miguel Escoto, Guido Bonati, Ramón Llull, Alberto Magno, Ficino, Jerónimo Cardano, Lucas Gaurico, Iovano Pontano, Joaquín Cameraria, John Dee y Guiordano Bruno –aunque en la península tenían sus reservas contra él por su actitud antiespañola– entre otros dedicados a los oficios herméticos [8].
La decoración superior de la biblioteca, donde en su momento se estudiaron estos libros, es un fresco ilustrativo de las siete artes liberales, lo cual subraya lo expuesto. Pero de todo lo referente a la construcción del monasterio es el trazo de su proyecto lo que más llama la atención: la planta del edificio revela la superposición del cuadrado, el círculo y el triángulo equilátero, formas geométricas relacionadas con el esoterismo cosmológico desde siempre. También coincide con puntos importantes de la construcción el trazo del Quadro o la Estrella de Salomón, figuras que remiten inmediatamente al esquema zodiacal. Además, teniendo en cuenta que algunos autores atribuyen el proyecto de El Escorial a la serie de reproducciones del Templo de Salomón, no es de extrañar la mezcla de los conceptos principalmente lulistas con los cristianos, gracias a la voluntad del Rey “bajo cuyos dominios no se ponía el sol”.
Esquemas rectores: variaciones culturales en el proyecto arquitectónico
La figura del Hombre Cósmico inscrita en la planta de una iglesia católica y el mismo hombre en relación con el círculo y el cuadrado en la imagen de Da Vinci me sirven como referencia para ilustrar de nuevo la analogía cosmos–arquitectura, ya que pone a la razón como protagonista en el proceso de diseño.
Las conexiones hechas entre eventos celestes y cotidianos encuentran sustento común en las explicaciones cosmológicas, las cuales rigen de la misma manera a la arquitectura, como se ha demostrado. Hacer que tales relaciones se traduzcan en planos y espacios es responsabilidad del arquitecto, así como el no hacerlo, ya que por acción u omisión se está afectando de forma determinante a quienes se relacionen con el edificio, lo mismo que al entorno en que se inserta la obra. Aunque es un campo que hasta ahora empieza a dar frutos, el estudio no sólo histórico sino vivencial de la astrología aplicada a la arquitectura es necesario, más teniendo en cuenta la conciencia que la humanidad está adquiriendo en estos tiempos tan contradictorios [9].
Casas y habitaciones
Las relaciones entre el zodiaco y lugares geográficos, tipos de edificación, partes de la casa, elementos de construcción o medidas y proporciones han sido tocadas de forma diversa por la Astrología y la arqueometría [10]. Es claro que el sistema cosmológico da cuenta en sus doce temas de todas las variables que intervienen en el proceso de construcción y habitación; incluso de aquellos factores que traen los nuevos tiempos dada la aparición de también nuevos significadores.
Gracias al estudio del tema natal es posible el tratamiento de un edificio y sus ocupantes: la construcción y las personas poseen rádix relacionables y por tanto campo de trabajo astrológico.
Propuestas con estructuras argumentales cerradas [11] podrían entender el algoritmo sistemático que se realiza desde la generación del proyecto hasta la destrucción del edificio como un símil del la secuencia zodiacal: Aries representaría la idea primera del proyecto, Tauro la adquisición del terreno, etc. Sin embargo, bajo puntos de vista más pragmáticos, la regencia de las diferentes actividades no conservaría necesariamente dicho orden: Acuario tendría a su cargo la labor del diseño, Capricornio su cálculo, Libra su dibujo (con los detalles expresivos, ambientes, perspectivas), etc. Al respecto puede abundarse demasiado; por el momento una investigación contrastada entre modelos (occidentales y orientales, antiguos y actuales [12]) con la comprobación práctica se hace cada día más necesaria en un campo que, como hemos visto, desde siempre ha preocupado a la humanidad; pero que se encuentra descuidado dado que el mundo académico le ha dado la espalda por el predominio de la visión positivista, aún a pesar de sus más evidentes descalabros.
(*) Arquitecto y Máster en Historia y Teoría de la Arquitectura por la Universidad Nacional de Colombia; Máster en Restauración Arquitectónica por la Universidad Politécnica de Madrid. Presidente de la Asociación Colombiana de Cosmobiólogos – Asocosmos. Profesor e investigador universitario.
(1) ELIADE, Mircea. El Mito del Eterno Retorno. Alianza. Madrid, 1992. p.14.
(2) Matila Ghyka expone claramente la relación entre la posición de la gran pirámide egipcia en cuanto a su latitud y longitud en relación con determinadas proporciones terrestres y con el Año Cósmico propuesto por Drayson. GHYKA, Matila. Estética de las Proporciones en La Naturaleza y en Las Artes. Ed. Poseidon. Buenos Aires, 1953. Cap. VIII.
(3) Una explicación más detallada sobre esta cuestión y su desarrollo hasta las propuestas utópicas contemporáneas en: RAMÍREZ, Juan Antonio. Edificios y Sueños. Ed. Nerea. Madrid, 1991.
(4) FULCANELLI. El Misterio de Las Catedrales. Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1967.
(5) BURCKHARDT, Titus. Principios y Métodos del Arte Sagrado. Ed. Lidiun. Buenos Aires, 1976. p.21.
(6) Idib. p.24.
(7) VITRUVIO, Marco Lucio. Los Diez Libros de Arquitectura. Ed. Iberia. Barcelona, 1955.
(8) TAYLOR, René. Arquitectura y Magia: consideraciones sobre la idea de El Escorial. Ed. Siruela. Madrid, 1992.
(9) Para un tratamiento más amplio del tema: LAWLOR, Robert. Geometría sagrada. Madrid: Editorial Debate, 1996.
(10) D’ALVEYDRE, Sait-Yves. El arqueómetro. Editorial Solar. Bogotá, s.f.
(11) Me refiero a visiones del corte de Lisa Morpurgo o Boris Cristoff. MORPURGO, Lisa. Introducción a la Astrología. Plaza y Janés. Barcelona, 1974.; CRISTOFF, Boris. El Destino de la Humanidad. Ed. Marínez Roca. Barcelona, 1981
(12) Existen trabajos desarrollados con base en la astrología sideral y que en India son ahora tenidos en cuenta en el diseño. Destaco por su precisión las consideraciones hechas por C. H. Gopinatha Rao. Entre sus publicaciones: C. H. GOPINATHA RAO. Astrology in House Buildings. Tamil Kadal Pathippagam. Nandanam, 1986″
Al respecto, buscando más información, encontré una página extraordinaria y de la que desconozco su autor, sólo su dirección: http://vitrubioylosplanetas.blogspot.com/.
Siguiendo lo establecido por Vitruvio, ningún profesional en Arquitectura, debería eludir y conocer de Astrología, con seriedad y rigor, por ésto, esta página es de “lectura obligatoria”…